lunes, 6 de agosto de 2018

El abrazo

  Qué increíble, cruzarte con una de las personas de las que entienden cómo abrazar. Y fuerte, y larga, y sincera, y contenedoramente. Como mínimo para mí, un descubrimiento. El abrazo parece una cosa fácil sin mayor ciencia, como yo mismo lo creía, antes de encontrarme con ese ser humano; sin embargo luego aprendí, después de más de tres décadas, de qué manera hay que abrazar, cómo se transmiten el cariño, y la felicidad de estar con la otra persona, por intermedio de un abrazo. Y la calidez propia, que el otro ser humano recibe.

  No obstante, y aunque resulta sorprendente, se necesita que las dos personas estén dispuestas a ello, y no una sola; en caso opuesto, no aplica(lo comprobé): por más que uno de los dos quiera, si el otro no está decidido a recibir ese calor, no vale: este no llega por ese medio. Necesita asimismo, salir el de una persona, para que el de la otra pueda entrar. De lo contrario, la muralla continúa allí, instalada e inexpugnable.-


  Luego de aprender a darlos, percibí que la gente, cuando abraza, erige, asumo que sin quererlo, esta muralla, notable ya desde la posición de su cuerpo, de su lenguaje corporal durante el abrazo. Durante esta muestra de cariño, no se suelta. No logra abrazar realmente. Continúa en posición, digamos defensiva. Y así no es, así no vale de mucho: ¿para qué abrazás, si continuarás cubriéndote, defendiéndote? Esa última palabra en teoría no aplicaría, cuando uno da un abrazo; sin embargo de alguna manera, es lo que la gente hace.


  Yo aplicaba, antaño, todo lo mismo: la muralla, el lenguaje corporal, tampoco me soltaba, la posición defensiva, por decirle así, y demás. Y no lo notaba, no lo percibía. Entonces, ¿cómo podría dejar de entenderles? Claro que sí.


  Aunque, en serio: hay otra manera de abrazar, que expresa mucho más, y otorga muchísimo más, tanto a la propia, como a la otra persona.


  GRACIAS a quien me enseñara esa otra manera de abrazar. Muy sinceramente: gratitud.-


Licencia Creative Commons
Puestas de Sol por Equis se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 8 de abril de 2018

Otro aprendizaje más

  Cuando te arrepentís sinceramente, ya no es tu responsabilidad: cometiste una falta, y lo aceptaste. La otra persona elige, pues, si absolverte, o cargar con ello.

  Cuando te arrepentís de manera franca, cuando aceptás que te equivocaste, que metiste la pata, y en qué, el problema deja de ser tuyo: el otro decidirá si excusarte, o no. Sin embargo, lo principal está en reconocer uno mismo, el error, aceptarlo, y perdonarse uno a sí mismo.

  Las disculpas de un tercero, son, al decir de Camus, las de un extranjero. Y acerca de ellas, no se puede hacer nada desde la propia humanidad. Alguien más decidirá, en soledad, y en su fuero más íntimo, si perdonarte o no. Mas tu parte ya la hiciste: reconociste que estuviste mal, y en qué, y te arrepentiste. Y lo comunicaste. No continúes, pues, revolcándote en el barro, por algo que depende de alguien que ya tomó su elección. Tanto si escogiere por sí, como por no, no podés hacer nada: no depende de ti, sino de alguien más.

  Si te exime, óptimo; de lo contrario, puede que en realidad, esa persona esté perdiendo en realidad, más que tú. ¿O acaso ella nunca comete errores? ¿Jamás se equivoca en nada? ¿A qué insistir? Eso sí: no te mientas a ti mismo, que es lo más fácil, sino hacé un examen de conciencia sincero y desapasionado.

  Además, ese ser humano está en todo su derecho y en toda su libertad, de preferir si sí, o si no. Y necesitás respetarle, sea cual sea su decisión.- Y estés de acuerdo o no.

  Lo aprendí más temprano, gracias a un ilustre desconocido, que habló durante cinco meros minutos, o quizá incluso menos, y ni siquiera a mí en particular, ni sobre mi caso en específico.

  Obligado NADIE está, NUNCA, a perdonarte NADA. Así hayas hecho muchisisísimo por esa persona, antes: ella es libre de decidir si sí o si no, repito. Y ni siquiera necesita basarse en nada que a ti te parezca importante: puede que lo ante ti es insignificante, delante del otro es un mundo; y lo que al otro le parece una nimiedad, ante ti es importantísimo y trascendental.*

  Agradezco y muchísimo a esa persona por, sin siquiera proponérselo, habérmelo enseñado.

  Demostré mi gratitud, con un abrazo. Ignoro si resultó suficiente, o no; aunque no se me ocurrió otro modo de agradecerle.

  Post data: otro aprendizaje relativamente reciente, aunque un poco anterior, relacionado con el párrafo del asterisco: cuando alguien te comunica que algo le molesta, o le incomoda, o le hiere, así a ti no, y te parezca carente de importancia, TOMALO EN CUENTA.- Y aplicá y no repitas aquello que le lastimó.- Aunque no te embrome a ti, la otra persona no te lo dice por decir. Su cosmovisión evidentemente difiere de la tuya, y está en todo su derecho: respetale.- En este caso no corresponde aquello de «no hagas lo que no te gusta que te hagan», pues tal cosa a ti no te disgustaría; sin embargo, sí aplica esto último, con esa otra persona: le hace mal, y es razón más que suficientísima, para abandonar esa conducta.-



Licencia Creative Commons
Puestas de Sol por Equis se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.