Cuando te arrepentís sinceramente, ya no es tu responsabilidad: cometiste una
falta, y lo aceptaste. La otra persona elige, pues, si absolverte, o cargar con
ello.
Cuando te arrepentís de manera franca, cuando aceptás que te
equivocaste, que metiste la pata, y en qué, el problema deja de ser tuyo: el
otro decidirá si excusarte, o no. Sin embargo, lo principal está en reconocer
uno mismo, el error, aceptarlo, y perdonarse uno a sí mismo.
Las disculpas de un tercero, son, al decir de Camus, las de un
extranjero. Y acerca de ellas, no se puede hacer nada desde la propia
humanidad. Alguien más decidirá, en soledad, y en su fuero más íntimo, si
perdonarte o no. Mas tu parte ya la hiciste: reconociste que estuviste mal, y
en qué, y te arrepentiste. Y lo comunicaste. No continúes, pues, revolcándote
en el barro, por algo que depende de alguien que ya tomó su elección. Tanto si
escogiere por sí, como por no, no podés hacer nada: no depende de ti, sino de
alguien más.
Si te exime, óptimo; de lo contrario, puede que en realidad, esa
persona esté perdiendo en realidad, más que tú. ¿O acaso ella nunca comete
errores? ¿Jamás se equivoca en nada? ¿A qué insistir? Eso sí: no te mientas a
ti mismo, que es lo más fácil, sino hacé un examen de conciencia sincero y
desapasionado.
Además, ese ser humano está en todo su derecho y en toda su libertad, de
preferir si sí, o si no. Y necesitás respetarle, sea cual sea su decisión.- Y estés
de acuerdo o no.
Lo aprendí más temprano, gracias a un ilustre desconocido, que
habló durante cinco meros minutos, o quizá incluso menos, y ni siquiera a mí en
particular, ni sobre mi caso en específico.
Obligado NADIE está, NUNCA, a perdonarte NADA. Así hayas hecho
muchisisísimo por esa persona, antes: ella es libre de decidir si sí o si no,
repito. Y ni siquiera necesita basarse en nada que a ti te parezca importante:
puede que lo ante ti es insignificante, delante del otro es un mundo; y lo que
al otro le parece una nimiedad, ante ti es importantísimo y trascendental.*
Agradezco y muchísimo a esa persona por, sin siquiera proponérselo,
habérmelo enseñado.
Demostré mi gratitud, con un abrazo. Ignoro si resultó suficiente,
o no; aunque no se me ocurrió otro modo de agradecerle.
Post
data: otro aprendizaje relativamente reciente, aunque un poco anterior,
relacionado con el párrafo del asterisco: cuando alguien te comunica que algo
le molesta, o le incomoda, o le hiere, así a ti no, y te parezca carente de
importancia, TOMALO EN CUENTA.- Y aplicá y no repitas aquello que le lastimó.-
Aunque no te embrome a ti, la otra persona no te lo dice por decir. Su
cosmovisión evidentemente difiere de la tuya, y está en todo su derecho:
respetale.- En este caso no corresponde aquello de «no hagas lo que no te gusta
que te hagan», pues tal cosa a ti no te disgustaría; sin embargo, sí aplica
esto último, con esa otra persona: le hace mal, y es razón más que
suficientísima, para abandonar esa conducta.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario